Posteado por: BOX8 | 9 julio 2009

EL CUERPO, ATRAVESADO POR EL LENGUAJE

“Calle Visión nunca olvides

el dolor del cuerpo

 

nunca lo dividas”

(A. Rich, Oscuros campos de la República)

“Nadie sabe lo que puede un cuerpo” decía Spinoza enfrentándose al dualismo cartesiano que propugnaba el dominio del alma racional sobre la irracionalidad corpórea. Y debemos ser conscientes de que el predominio y sobrevaloración de la actividad racional nos ha distanciado históricamente tanto de nuestros propios cuerpos como del de nuestros semejantes. De ahí que, refiriéndome concretamente a la escritura,  debamos cambiar nuestra visión de la poesía como algo universal y abstracto por la convicción de que los poetas transmiten en sus versos una experiencia concreta, y que ésta es fundamentalmente corporal y política.

[…]

El cuerpo es, como mantenía Lacan, “un organismo atravesado por el lenguaje” y – yo añadiría – comandado por una mirada que vigila y se autovigila pues, como dice Foucault, ha interiorizado todos los mecanismos de control y represión. Para que un sujeto sostenga un discurso propio debe escuchar sus propias palabras, y ésta es la condición básica para “sostener” su cuerpo. Si cada experiencia vivida – desamparo, dolor, felicidad, serenidad, humillación – deja huellas en el psiquismo y estas huellas se reviven una y otra vez a través del encuentro con el otro, este encuentro, que construye nuestra subjetividad en nuestros cuerpos, deja a su vez marcas, huellas, en ellos; cuerpos afectados por la demanda y el deseo, por las palabras. Y las palabras, el lenguaje, por sí solos, “descorporizados”, sin transitar por el cuerpo, sin impregnarlo y sin impregnarse de él, nunca son  suficientes. En el poema de Adrienne Rich “Our Whole Life” (“Toda nuestra vida”), el inarticulado sufrimiento corporal es la única manera de comunicar la magnitud insoportable del dolor, del estrago:

«Intentar decirle al médico dónde duele

como el argelino

que ha caminado desde su pueblo, ardiendo

su cuerpo entero una nube de dolor

y no hay palabras para esto

excepto él mismo»

“Lo más profundo es la piel”, dijo agudamente Paul Valéry, expresando una hermosa paradoja. Una piel, a través de la que podemos establecer relaciones que pueden conmocionarnos, y que, como matiza Adrienne Rich, está “viva de señales. Nuestra vida y nuestra muerte son inseparables de la liberación o del bloqueo de nuestros cuerpos pensantes”.  No olvidarnos nunca del cuerpo – una entidad física que se traslada de geografía, que nos hace entrar en contacto por impregnación con otros, que cambia de tacto o de olor, que envejece, palpita, goza, o suda en el acto sexual -, con todas las implicaciones que esto conlleva, debería ser un imperativo en nuestras vidas. Cualquier otra idea sublimatoria con que concluyamos una experiencia que se ha encarnado en nosotros es simplemente una renuncia a la vida. 

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(Marisol Sánchez. Fragmento de la comunicación presentada el 8 de julio de 2009 en el curso «Contar con el cuerpo: construcciones de la identidad femenina» en los cursos de verano de la UCM en El Escorial.)


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