No tengo palabras para expresar la sensación profunda de pérdida personal que siento desde que hace unas horas he sabido que Adrienne Rich había muerto ayer, 27 de marzo, a los 82 años, víctima de las complicaciones producidas por la artritis reumatoide que sufría desde hacía décadas.
Adrienne representó en mi vida no sólo el contacto con una voz poética excepcional que me comunicaba de una manera tremendamente original cosas esenciales, sino el impacto incuestionable de un ser humano lúcido y extraordinariamente honesto que me ayudó a ordenar mi pensamiento crítico y, por qué no decirlo también, mi vida personal, por el mero y nada trivial hecho de transfundir valentía, honestidad y sinceridad en cada una de sus palabras. Con ella aprendí lo necesario que era reivindicar la palabra «marxismo», hoy tan aparentemente poco trendy, y a reírme de aquellos profesores universitarios campanudos y ridículos, sometidos muchos de ellos sin criterio personal alguno a las reglas del «publica o perece» y alejados de la literatura como algo que es sangre y sudor y lágrimas y tan esencial como el pan. Aprendí que lo personal es inseparable de lo político y que la imaginación tiene el poder subversivo de hacernos soñar con un mundo diferente; que siempre hay que plantearse la opción del «¿qué pasaría si…?», y que los pequeños actos de supervivencia cotidiana de los desfavorecidos, de los excluidos de la gran mesa del capitalismo occidental, tienen también el poder de transformar el mundo; que el lugar y el momento en que se produce un texto son esenciales a la hora de analizar ese acto de escritura y que olvidarlo (como un cierto sector de crítica muy establecida hace) traiciona el significado último de ese texto; que el lenguaje es poder y que el desprecio del otro es ya de por sí un gesto que antecede a cualquier política autoritaria y fascista. En sus textos, sus entrevistas y sus poemas, brillaba una verdad muy personal que siempre me ayudó (a mí y a muchos y muchas más) a no sentir miedo, a no sentirte sola, a no percibirte absurda cuando sospechabas que tu verdad íntima se hallaba en algo que a veces tu entorno no compartía.
Recuerdo cuando me escribió diciéndome que en la lenta y triste recuperación de una intervención quirúrgica había recibido «nuestro» libro; refiriéndose a la Antología poética publicada en la editorial Renacimiento en 2002 que yo había seleccionado, traducido y prologado. Me habló de la inmensa alegría que había sentido con «nuestro libro en sus manos», una generosidad innecesaria que me conmovió profundamente. Recuerdo también cuando la conocí y vi su diminuta figura cruzando la puerta de la librería Village Voice, en París, en la que Rich iba a leer varios poemas suyos, una calurosa tarde de julio de 2006. Ella misma me había invitado a ir. Sentí una enorme emoción al verla, pequeña, delgada y escudada en un andador, pero con una voz llena de autoridad que logró el silencio absoluto de manera inmediata. Toda su figura irradiaba fuerza y autoridad. Allí estaban Mavis Gallant, Michelle Cliff y Marylin Hacker, entre otras, pero su figurilla imantaba, brillaba con luz propia. Cuando acabó la lectura se irguió con dificultad para plantarme dos besos en un saludo alegre y cariñoso. No creo que llegara al metro cincuenta pero ante mis ojos se erguía como un titán, una giganta.
Descansa en paz, querida amiga.
NOTA: Aquella tarde en Village Voice, Rich leyó «El arte de la traducción» y «La escuela entre las ruinas». Mi traducción de ambos poemas se publicó en diversos medios que he enlazado. Véanse también en este blog diversas entradas referidas a Adrienne Rich.
Lo siento muchísimo, Marisol, sé lo que esta mujer representa en tu vida y las enormes vías de comunicación que habíais compartido a través de la poesía. ´Palabras transformadas a través de la visión de una poeta y sentimientos y palabras moduladas a través de su traductora poeta.
Para comprender las palabras hay que sentirlas y tú sentiste ampliamente las suyas.
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By: María José Blanco Rebollo on 29 marzo 2012
at 5:16 pm
Muchísimas gracias, querida amiga. Sé que lo sabes bien porque hablamos mucho de ella (y de otras cosas) hace tiempo. Lo siento como una pérdida personal, especialmente en estos tiempos menesterosos e injustos. Un beso grande. Te llamo.
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By: BOX8 on 29 marzo 2012
at 5:21 pm
Lo siento muchísimo, Marisol. Que la tierra le sea leve.
Y un abrazo de osa para ti.
Alicia
P.D. Vaya año de pérdidas y vaya día de mierda hoy…
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By: Alicia on 29 marzo 2012
at 9:58 pm
Me enteré ayer, de la muerte de Adrienne… Uf!, todavía no tengo más palabras que sus palabras…
Me gustaría contactar contigo, Marisol, cuando puedas me envias tu correo (encarnacverger@gmail.com)
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By: Encarna on 24 abril 2012
at 11:28 am
[…] íntima se hallaba en algo que a veces tu entorno no compartía”, escribió su traductora, María Soledad Sánchez Gómez, al conocer la noticia de su […]
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By: Un año sin la poeta Adrienne Rich | Tam-Tam Press on 22 marzo 2013
at 2:35 am
¡Qué inteligencia tan brillate y cuánta nobleza y generosidad te inundan, querida Marisol!
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By: Ana Guisado Tena on 16 marzo 2014
at 1:47 pm